Novela escrita por Terenci Moix, Premio Planeta 1986.
Sinopsis según la Editorial Planeta:
"Novela de amor, sobre fondo histórico, No digas que fue un sueño arranca de una situación de intenso dramatismo. Una mujer egregia llora su luto de amor en una barca que remonta el Nilo. Es la reina Cleopatra, que ha sido abandonada por su amante, el romano Marco Antonio. En el corazón de ambos, se debaten todos los conflictos del amor y la pasión, que culminarán con nuevos encuentros, encaminados a un destino fatal.
No digas que fue un sueño es una novela sobre todas las fases del amor, enmarcada en un período histórico apasionante: los estertores del Egipto amenazado por el imperialismo de la todopoderosa Roma. Pero es, sobre todo, un intento de reivindicar la figura de una de las mujeres más fascinantes de la historia: la reina Cleopatra Séptima.
Desfigurada a menudo por el cine, Cleopatra se erige en esta novela como un personaje original y contradictorio. Ya no es la típica devoradora de hombres, sino una mujer cultivada, maternal, enamorada y, sobre todo, entregada por completo a la política. A su alrededor, los avatares de una ciudad mítica: Alejandría. Y las ruinas de un Egipto que va pereciendo.
A través del amor de Antonio y Cleopatra, el autor presenta un retablo preciosista de la antigüedad clásica, haciendo viajar al lector a Atenas, Roma, Antioquía, Judea y, por supuesto al Alto Nilo. Entre otros muchos personajes, aparecen Totmés, joven sacerdote de Isis, Cesarión, el hijo de Cleopatra y Julio César, Octavio Augusto, el implacable caudillo romano decidido a convertirse en dueño del mundo, y Octavia, su noble hermana, ejemplo de dedicación y entereza. Con estos personajes, la historia y la ficción se dan la mano para presentar un espléndido retablo sobre el amor, la muerte y la caída de los imperios, temas muy caros al autor".
Es uno de mis libros favoritos, lo he reeleído muchas veces, casi siempre en verano, época donde la pereza le abre la puerta a la nostalgia de los amores imposibles o perdidos.
Aquí transcribo uno de mis fragmentos preferidos:
"Las personas como los lugares, tenían esa virtud... o esa desgracia. Guardaban el eco de una voz que no por escondida estaba muerta. Y era esta voz una amenaza. Podía sonar de un momento a otro, sin advertir, atacando sin sorpresa e hiriendo más si cabe porque la cogía desprevenida.
Así es la memoria del amor perdido. Parece que se fue, pero regresa. Parece que perdono, pero condena".
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