martes, 22 de julio de 2008

Mirando a Europa

"El 'secreto' belga: Cómo vivir en una casa (de verdad) y con jardín.
Bélgica mantiene un sector inmobiliario sano, con casas espaciosas y asequibles.
Una cultura y una legislación del suelo que favorecen al ciudadano lo hacen posible.

En las irregulares callejuelas de Bruselas se alinean casitas, algunas, clásicas maison de maître de finales del siglo XIX; otras, modernas de ladrillo y, algunas más, 'sesenteras' de muros desconchados. En los barrios populares son más estrechas y lucen grietas o patios descuidados; a las afueras, se convierten en villas rodeadas de perfumados jardines. Pero, en cualquier caso, son eso: casas. Los edificios de más de cuatro plantas están destinados, casi siempre, a oficinas y hoteles, y los pocos residenciales se suelen encontrar en amplias plazas.

En Bélgica, desde el ejecutivo de multinacional o el funcionario comunitario hasta la asistenta sin papeles viven en casas, que, como mucho, están divididas en tres o cuatro espaciosos pisos, que, ni para comprar ni para alquilar, alcanzan los precios de Madrid, Barcelona u otras capitales europeas, pese a que se gasta más que en España en la cesta de la compra, el transporte o los impuestos, en un país con una inflación por encima del 5%, por encima de la española.

Ver dónde y cómo viven los belgas -un pueblo de tradición obligadamente interior en uno de los territorios con menos horas de sol de la UE y donde los julios se parecen más a noviembres- sorprende a muchos mediterráneos.

Hace unos meses, un visitante español observaba anonadado a una joven pareja a las afueras de Lovaina con su hija recién nacida. Yves Dejaeghere, investigador asistente en la Universidad, explicaba cómo, dados sus limitados ingresos, sólo podían comprarse ese inmueble de ladrillos, una vivienda unifamiliar, de dos plantas y una bella escalinata de madera. "Esto es todo lo que hemos podido permitirnos. Cuando ganemos más, nos mudaremos a una mejor en Lovaina", decía en su cómoda y amplia vivienda.

"¡Una casa! ¡Es un PNN (Profesor No Numerario, es decir interino) y se compran una casa! En Madrid, compartirían piso", exclamaba, después, el español, un ex profesor universitario de Física.

Un 25% de sus ingresos para su vivienda.
Según la Comisión Europea, los belgas dedican sólo el 25% de sus ingresos a su primera o segunda residencia (en España, la vivienda se come casi la mitad). Pese a que cada inmueble llega cargado de impuestos en un país con elevada presión fiscal, los datos de 2007 indican que una casa familiar cuesta entre 170.000 euros en Valonia (el empobrecido sur francófono) y 380.000 en Bruselas, la cúspide de los precios por la presencia de los adinerados funcionarios europeos y otros expatriados.

El metro cuadrado en el centro de capital está en 2.500 euros, incluso por debajo de Portugal, Ucrania o Rumanía y cerca de la mitad respecto a España, según el índice de Global Property Guide, una firma con sede en Manila que vigila los precios mundiales.

¿Cuál es el secreto? Uno de ellos es la Ley del Suelo. En Bélgica, como en la mayoría de Centroeuropa, la norma general es que se puede construir donde no esté expresamente prohibido -como parques o zonas de protección histórica o cultural- a diferencia del modelo español, que veta construir donde no esté expresamente permitido para recalificar terrenos bajo el oscuro designio de los ayuntamientos.

Ahora bien, la legislación belga, muy burocrática, pero motivada por un urbanismo civilizado, se encarga de establecer estándares elevados, por ejemplo con el límite del volumen total de construcción para evitar edificios masivos en calles estrechas que corten la ya escasa luz. Además, desde la crisis inmobiliaria de los 70, el Gobierno ha tenido como prioridad la vivienda, a menudo subvencionada para su construcción o su compra. El concepto del derecho a ser propietario de una casa -más que digna- se rastrea en la legislación laboral belga desde 1889, casi con el nacimiento del Estado.

Pese a su posición privilegiada, los belgas se quejan del encarecimiento del mercado, sobre todo, en el último lustro. En 2007, el precio medio de la vivienda creció un 9,8% frente al 4,5% de Países Bajos, el vecino y punto de referencia por tamaño, y el 4,6% de la zona euro, según el Banco Nacional de Bélgica. Desde 2000, el precio de la casa media se ha doblado y, desde 1995, casi triplicado. Pero, en lo que, para sus estándares, es casi una burbuja inmobiliaria, los precios ya se están enfriando. En el primer semestre de este año, las inversiones en construcción cayeron un 40% respecto al mismo periodo de 2007.

La apetecible opción de comprar una casa belga, eso sí, se puede encontrar con sorprendentes inconvenientes, por ejemplo, si se topa con la batalla lingüística entre francófonos y neerlandófonos, que conviven malamente en Bruselas y sus alrededores.

En la periferia bruselense, disputado territorio entre las dos comunidades, algunos ayuntamientos han prohibido la venta de terrenos y casas municipales a quien no hable neerlandés. Vilvorde, de mayoría francófona, aunque geográficamente en la neerlandófona Flandes, incluso obliga a pasar un examen de idioma al candidato y a su pareja, aunque sólo se trate de un novio o novia. Para empezar a practicar: huis (casa), hypotheek, (hipoteca), liefde (amor)".

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/07/21/suvivienda/1216639521.html?a=d782451fbe670b49125f0e383dbd3799&t=1216732315

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si es que es lo que pasa.. con este gobierno somos europeos según pa qué.. esperemos que al final del todo brille la luz. Enhorabuena por el blog.

Lidia Menacho Romero dijo...

Gracias. Realmente es muy curioso que en los países mediterráneos donde hay más suelo y más tradición de la propiedad latina, seamos quienes más restricciones tenemos en el Suelo.
Como el PP defiende esto se solucionaría con la liberalización del suelo. En el caso de Jerez, arreglaría el problema endémico de la zona rural donde hay asentamientos en cañadas porque el suelo rústico es prácticamente intocable aunque cada vez se utilice menos para la agricultura y ganadería.