Hace varios días que intentó escribir qué es lo qué ha significado para mí hacer el Camino de Santiago.
Y, la verdad es que no encuentro las palabras adecuadas, ni el orden exacto para relatar recuerdos y pensamientos. Quizás hasta en eso me ha cambiado.
Pero las cosas no son tan fáciles. He aprendido que sólo aquellas cosas que llegan despacio, casi sin darte cuenta a mi vida son las que merecen la pena y, por eso no soy capaz de contar esta aventura.
Una aventura sin sobresaltos, sin sorpresas sólo con calma y soledad. No sé si era lo que necesitaba o si era lo que buscaba, lo que sé es que lo encontré.
Pero si ocurrió algo que nunca pensé que lograría, subí una montaña.
Y, ahora soy más fuerte que nunca porque sé que cuando me tenga que enfrentar a los problemas, a los retos cotidianos podré pensar que yo un día subí una montaña.
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