POR ANNA GRAU
NUEVA YORK. La última moda, la última palabra que mola y que circula por la Red, es «funemployed», una combinación difícil de traducir, pero no de comprender, entre las palabras inglesas «fun» (diversión) y «unemployed» (desempleado). Un «funemployed» es un parado que disfruta siéndolo. No tiene trabajo, y le gusta.
Nada que ver, por supuesto, con padres de familia encadenados a las facturas del coche, la hipoteca, el seguro médico, etc. Esos son los que se suicidan o por lo menos se deprimen mucho cuando les falla el sueldo. El «funemployed» tiene un retrato robot completamente diferente: es joven -entre 20 y 30 años-, soltero, vive de los ahorros, de la indemnización de cuando le echaron, de algún que otro subsidio y sobre todo de sus padres.
«¿Vivir del cuento?»
Teóricamente esto debería ser una vergüenza en la ferozmente independiente América. Hablamos de un país donde después de gastarse un riñón -los que pueden- en la educación universitaria de sus hijos, la mayoría de los padres dan por acabado su trabajo. A ningún norteamericano de pura cepa con problemas económicos se le ocurre que recurrir a la familia sea algo natural. Vivir «del cuento» está en general muy mal visto.
¿O estaba? Porque con la masiva crisis económica ha entrado en la ecuación un factor nuevo. Hasta ahora estar en el paro era visto más como una vergüenza que como una desgracia. Socialmente se consideraba culpa tuya. Ahora en cambio hasta los personajes de los cuentos de Raymond Carver y de las películas de los hermanos Coen tienen excusa para ser unos perdedores. No han sido ellos, ha sido Wall Street.
La prensa de la soleada California, con «Los Angeles Times» a la cabeza, se hacía asombrado eco esta semana de la circunstancia de que por primera vez en ¿siglos? uno se pueda permitir estar en el paro en Estados Unidos y conservar la dignidad. Y hasta la alegría de vivir. Los «funemployed» reconocen que tras unos escasos días de agobio subsiguientes al despido tardan muy poco en descubrir el potencial de su nueva situación. Una filosofía de vida que hasta ahora parecía reservada a latitudes más cálidas y tercermundistas cabalga por la competitiva Norteamérica.
Pueden acostarse y levantarse tarde. Tienen mucho tiempo para practicar deporte, ver la tele, ir a la playa. Se pasan el día con un café y un ordenador portátil a cuestas, viajan en plan mochilero trotamundos. El tiempo, ese lujo mayor aún que el espacio en la era moderna, les pertenece.
¿Inmaduros y narcisistas?
No faltan envidiosos que les llamen antisociales, inmaduros y narcisistas. Y por supuesto es gente que se aprovecha de vivir en una franja de edad en la que aún no se suelen haber adquirido irrevocables compromisos. Pero eso no obsta para que, así sea a la manera efímera de Peter Pan, tengan razón. O empiecen a considerar que la tienen algunos enfoques sociológicos.
http://www.abc.es/20090605/nacional-sociedad/funemployed-parado-feliz-20090605.html
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