Ayer se produjo la primera de las sesiones de investidura del Presidente del Gobierno español.
Por primera en nuestra corta historia democrática, un Presidente no es elegido en primera vuelta. Esto se debe a dos motivos: uno, no consiguio en las urnas la mayoría absoluta para su partido; dos, no consiguio en los pasillos el apoyo de los nacionalistas.
Estos dos hechos deben ser estudiados con todo el rigor y objetividad posible.
Si es cierto que el PSOE ganó las elecciones en marzo pero no ganó, después de una legislatura en el poder no consigue la mayoría absoluta en el Congreso. Hay quien se aventura a decir que esto es fruto del bipartidismo al que caminamos, yo, permitanme que disienta.
España siempre ha sido la de las dos españas de las que hablaba Ortega, fuimos liberales y conservadores, o fascistas y comunistas; siempre hemos vivido en la dualidad. No caminamos hacia el bipartidismo, vivimos en el bipartidismo.
Ahora nos cuentan que cada vez va a ser más díficil obtener mayorías absolutas, la historia pondrá a cada uno en su sitio, yo creo que si es posible las mayorías.
Pero es quizás más curiosos como no ha logrado el apoyo de los nacionalistas. Los medios practicamente se han dedicado a prestar más atención a Rajoy y sus cambios en el PP, más que a las negociaciones socialistas. Nos has querido dar la impresión que ha sido el PSOE quién no ha buscado esos apoyos pero la realidad es que se han roto, desde hace tiempo, las líneas de diálogo con los nacionalistas.
Un PNV a la deriva, que no ha logrado sacar su Referendum Ibarretxe ni tan siquiera, una reforma del Estatuto y unos catalanes a los que el PSOE no tiene nada que ofrecer. CIU a quien arrebato el poder de la Generalitat y a las ER que no le sirven a ZP.
Vivimos en una nueva teocracía donde los dioses ahora son los medios de comunicación y el común de los mortales no somos capaces de discernir entre la realidad y la ficción.
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