Vivo en una gran ciudad, con sus grandes centros comerciales, con todos los servicios públicos necesarios, buenas infraestructuras y comunicaciones pero hay algunos secretos.
Cuando conozco a personas que se dedican a la política en pueblos pequeños pues siento un poco de envidia. Ellos pueden conocer a cada uno de sus vecinos, conocen sus calles, y saben de todo lo que ocurre.
Hoy ha sido un día extraño. Se, y aunque parezca extraño, que a muchos políticos no les gusta el contacto diario con la gente, no les gusta visitar los barrios y no les gusta escuchar a la gente. A mi sí, no se si con el tiempo cambiaré pero, a mi me gusta el contacto diario.
Hoy he visitado dos barrios muy dispares, las viñas y la zona hipercor. Y en los dos ha ocurrido algo que me ha impactado.
En las viñas, barrio que conozco desde niña hay un callejón que da a la fabrica de botellas que siempre ha estado allí pero la mayoría no sabemos que es lo que oculta. Pues lo que allí hay, son naves industriales, grandes y abandonadas, con el acceso totalmente libre para ratas, animales, humanos y, sobre todo venta de droga. ¿Qué han hecho los políticos por esa calle? Nada, la han olvidado, hasta los poderes del ladrillo la han olvidado.
En la zona de hipercor, lindando a las vías (como casi todo allí) hay una calle que está en obras y quien quiera visitar esas casas, habitadas, por supuesto, tiene que ponerse un casco. Obras ejecutadas por la empresa de Aguas de Jerez y los vecinos sin saber cuando van a terminar.
Hoy ha sido un día extraño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario