La semana pasada recibí una noticia personal, esperada y muy buena pero aún así me pillo por sorpresa. No sé por qué o cómo ocurrió pero después de un año sin bajar la guardia ni un sólo día la euforia de la noticia desembocó en un estado de soledad.
No estaba en casa y quería volver, acurrucarme en mi rincón y a solas y en susurros decirme, "sí, Lidia, lo has conseguido".
La semana que viene será otra etapa personal la que termina porque la que venga, sea cual sea será distinta. La euforia dejará paso a la soledad.
Me volveré a decir "y ahora, ¿qué?" pues nada, "a volver a empezar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario